De
acuerdo con el psicólogo Valero (s.f.), los antecedentes de la psicología en
emergencias y desastres, se remontan a fines del s. XIX y comienzos del s. XX,
principalmente en dos continentes: América y Europa, ya que por aquellos años acontecieron
grandes conflictos bélicos, lo que despertó el interés en realizar
investigaciones que permitieran brindar ayuda a las personas que habían sufrido
desmanes a causa de las guerras mundiales, propiciando con ello el
descubrimiento de términos como “fatiga de batalla” y “neurosis de guerra”.
Asimismo,
como consecuencia del gran incendio ocurrido en Londres, Luis de Nicolás (1997,
citado por Valero, s.f.) nos manifiesta que gracias al diario de Samuel Pepy
del s. XVII, se pudo conocer lo que hoy en día se denomina “flashbacks”.
En
el año 1909, se realizaron otras pesquisas con un grupo de 21 sobrevivientes de un accidente en una mina
en el año 1906 y con 135 personas, dos meses después del terremoto acontecido
en Italia en 1908.
En
1944, los estudios de Freud y Burlinghom sobre las reacciones de los niños en
la Segunda Guerra Mundial, permitió estudiar los niveles de ansiedad presente
entre padres y niños. De igual modo, el trabajo realizado por Liderman con los
sobrevivientes y familiares afectados por el incendio del Club Nocturno Coconut
Grove en Boston Massachusset, facultó el conocimiento de los mecanismos de
defensas que empleaban, siendo la negación la que predominaba y cuya ausencia
ocasionaba una alta frecuencia de
trastornos psicosomáticos, síntomas neuróticos, depresión, entre otros, Dicho
estudio sobre el manejo psicológico de la pérdida ayudó a sentar las bases de la teoría de crisis de
Helen Caplan.
Después
de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos fomentó el
desarrollo de investigaciones mediante la Academia Nacional de Ciencias y Consejo
de Investigación Nacional, el cual fundó el Comité para estudios sobre
desastres, posteriormente reestructurado y denominado Grupo de Investigación en
Desastres (DRG).
Tyhurst
(1951, citado por Valero, s.f.) da a conocer en su publicación “Individual
Reactions to Community Disaster” que después de la fase de impacto psicológico
durante un desastre, acontece la fase de compensación, en la cual los afectados
superan el “pasmo” inicial y estiman de mejor manera la situación en que se
encuentran, planteando así un proceso de 3 fases por los que atraviesan las
personas ante un evento adverso: Período de impacto, período de recuperación y
período postraumático. Estos hallazgos han favorecido los trabajos de
Quarantelli sobre el “Miedo y Pánico” y los actuales principios de la
Federación Internacional de la Cruz Roja, en los que se especifica que las
comunidades participan activamente frente a la ocurrencia de un desastre y no
se quedan inmovilizadas como se cree.
Por
su parte Janis (1954), propone un modelo explicativo del estrés desde la
perspectiva de los desastres, dividido en tres segmentos: el evento desastroso,
la respuesta psicológica por parte de los afectados y las determinantes
intrapsíquicas y situacionales de tales respuestas. Marks y Fritz (1954)
expresan que algunos sobrevivientes se tornan poco comunicativos y otros
desarrollan sentimientos de culpa por haber sobrevivido a tal acontecimiento
(Valero, s.f.).
En
1957, con el apoyo de la Asociación Noruega de Incapacitados de Guerra se crea
el “Grupo de Doctores Noruegos” bajo la dirección de Storm. Itinger, Lonnum y
otros, para efectuar trabajos controlados con sobrevivientes de los campos de
concentración, demostrando el incremento de los índices de morbilidad y
mortalidad general, la influencia del trauma en comparación a la personalidad
preexistente, y las limitaciones en intervención.
A
partir de los años 70 en Europa, se impulsó el estudio de las consecuencias
psicosociales de los desastres naturales e industriales, en comparación a los
generados por las guerras civiles y la utilización del criterio diagnóstico de
Estrés Postraumático como variable independiente y dependiente. En Estados
Unidos, la Asociación de Psiquiatría Americana publica un “Manual de Primeros Auxilios Psicológicos
en casos de Catástrofes”, en el cual se mencionan 5 tipos de reacciones clásicas
a los desastres: reacciones normales, pánico individual, reacciones depresivas,
respuestas demasiado activas y reacciones corporales, como se especifican los
principios básicos a tener en cuenta para tratar a personas perturbadas
emocionalmente.
En
la década de los 80 y 90, se observó un gran interés por el estudio del impacto
psicológico en los equipos de primera respuesta, conocidos como víctimas
ocultas de los desastres y el desarrollo de estrategias de intervención
psicológica en emergencias y desastres a nivel mundial, sobre todo de Estados
Unidos, Centro América y Sur América (Valero, s.f.).
En
1981, en el IPAE, el psicólogo Valero buscó difundir los hallazgos encontrados
por el Dr. Jeri, acerca de las perturbaciones psicológicas en casos de desastre
y las recomendaciones del manual publicado por la APA sobre los primeros
auxilios psicológicos frente a los eventos adversos.
En
1983, Leopold Bellak y Helen Siegel
publicaron el Manual de psicoterapia breve intensiva y de urgencia para atender
de manera rápida a los afectados, en base a una orientación psicoanalítica de
corte comunitario.
En
1985, Raquel Cohen publica en la Revista de la Sanidad de la Policía Nacional
del Perú, la descripción y clasificación de las reacciones individuales y
sociales que se producen como consecuencia de un evento adverso, proponiendo 4
categorías de reacción: biológica, psicológica, interpersonal y sociocultural,
las cuales se clasifican a su vez en etapas evolutivas denominadas: amenaza,
choque, readaptación y secuelas.
En
1987, la División de Desastres, Emergencias y Urgencias del Ministerio de Salud
de Colombia edita el Manual de capacitación del trabajador de atención
primaria, elaborado por el Dr. Bruno Lima, el cual busca brindar información
acerca de las prácticas de 3 áreas distintas y complementarias: Atención
primaria, salud mental y desastres, así como fomentar la intervención del
trabajador en la asistencia de salud mental en situaciones de catástrofes,
enfatizando las acciones de mediano y largo plazo.
En
1991, la APA en unión con la Cruz Roja Americana desarrollan un proyecto para
brindar asistencia y servicio psicológico a los damnificados y trabajadores por
los desastres, contando desde 1992 con asociaciones en 32 estados y provincias.
En
1995, se funda la Sociedad
Peruana de Psicología en Emergencias y Desastres (SPPED),
contando con 15 psicólogos y siendo reconocida por el Colegio de Psicólogos en
1998. Ha firmado importante convenios con el Colegio oficial de psicólogos de
Madrid, Universidad de Malaga y otras entidades. Forma parte de la Federación
Latinoamericana de psicología de emergencias y desastres. Realizó el I Congreso
de Piscología en Emergencias y Desastres en el 2002 y el II Congreso y III
Encuentro Latinoamericano y del Caribe de psicología en emergencias y desastres
en el 2011.
En
1999, Raquel Cohen publica dos manuales de salud mental para los afectados por
los desastres, con el fin de brindar herramientas tanto al equipo de atención
primaria como a los instructores (Valero, s.f.).
Anaya
(1999, citado por Molina, 2006) define
la Psicología en Emergencias y Desastres como “rama de la psicología general
que estudia los distintos cambios y
fenómenos personales, presentes en una situación de peligro, sea natural o
provocada por el hombre en forma casual o intencional”.
En
el contexto latinoamericano, se ha apreciado presencia de crisis sociopolíticas
y desastres naturales que han generado una convivencia sistemática inestable y
la ocurrencia de catástrofes, mas se ha visto también el desarrollo de
poblaciones resilientes (Molina, 2006).
Los
aportes de diversos investigadores y entidades acerca de las situaciones
estresantes producto de los conflictos armados y de los desastres han permitido
entender cómo reaccionan las personas antes y después de un suceso adverso,
cuáles son las diferencias en sus reacciones por edad, sexo, como también
comprender los efectos sobre los equipos de atención primaria al interactuar
con el sufrimiento humano y la manipulación de cadáveres. Además, ha favorecido
el desarrollo de distintos modelos explicativos del estrés desde la perspectiva
de las emergencias y desastres, la terapia multimodal de crisis, los primeros
auxilios, etc.
Actualmente, gracias a esta disciplina se continúa
estudiando las reacciones de las personas frente a la ocurrencia de diversos
eventos adversos, comprender su capacidad de afrontamiento y disposición para
sobrellevar las dificultades a las que se enfrentan por las condiciones de
vulnerabilidad que presentan, desmistificar creencias falsas y fomentar un
mejor manejo de la información difundida por los distintos medios informativos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Valero, S. (s.f.). Evolución histórica de la psicología
en emergencias y desastres. Recuperado de: http://www.scribd.com/doc/51623717/Evolucion-historica-de-la-psicologia-en-emergencia-y-desastres
Molina, R. (2006). Psicología en emergencias y desastres. Un área en construcción: Historia y Desarrollo desde la perspectiva chilena. Recuperado de: www.pol.org.br/psicologiadosdesastres/palestras/rodrigo.ppt
Molina, R. (2006). Psicología en emergencias y desastres. Un área en construcción: Historia y Desarrollo desde la perspectiva chilena. Recuperado de: www.pol.org.br/psicologiadosdesastres/palestras/rodrigo.ppt
Breve historia de la Sociedad Peruana de Emergencias y
Desastres. Recuperado de: http://www.cuadernosdecrisis.com/docs/2013/numero12vol1_2013_historia_spped.pdf