sábado, 28 de septiembre de 2013

"Evolución histórica de la psicología en emergencias y desastres"

De acuerdo con el psicólogo Valero (s.f.), los antecedentes de la psicología en emergencias y desastres, se remontan a fines del s. XIX y comienzos del s. XX, principalmente en dos continentes: América y Europa, ya que por aquellos años acontecieron grandes conflictos bélicos, lo que despertó el interés en realizar investigaciones que permitieran brindar ayuda a las personas que habían sufrido desmanes a causa de las guerras mundiales, propiciando con ello el descubrimiento de términos como “fatiga de batalla” y “neurosis de guerra”. 

Asimismo, como consecuencia del gran incendio ocurrido en Londres, Luis de Nicolás (1997, citado por Valero, s.f.) nos manifiesta que gracias al diario de Samuel Pepy del s. XVII, se pudo conocer lo que hoy en día se denomina “flashbacks”.

En el año 1909, se realizaron otras pesquisas con un grupo de  21 sobrevivientes de un accidente en una mina en el año 1906 y con 135 personas, dos meses después del terremoto acontecido en Italia en 1908.

En 1944, los estudios de Freud y Burlinghom sobre las reacciones de los niños en la Segunda Guerra Mundial, permitió estudiar los niveles de ansiedad presente entre padres y niños. De igual modo, el trabajo realizado por Liderman con los sobrevivientes y familiares afectados por el incendio del Club Nocturno Coconut Grove en Boston Massachusset, facultó el conocimiento de los mecanismos de defensas que empleaban, siendo la negación la que predominaba y cuya ausencia ocasionaba una alta frecuencia  de trastornos psicosomáticos, síntomas neuróticos, depresión, entre otros, Dicho estudio sobre el manejo psicológico de la pérdida ayudó  a sentar las bases de la teoría de crisis de Helen Caplan.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos fomentó el desarrollo de investigaciones mediante la Academia Nacional de Ciencias y Consejo de Investigación Nacional, el cual fundó el Comité para estudios sobre desastres, posteriormente reestructurado y denominado Grupo de Investigación en Desastres (DRG).

Tyhurst (1951, citado por Valero, s.f.) da a conocer en su publicación “Individual Reactions to Community Disaster” que después de la fase de impacto psicológico durante un desastre, acontece la fase de compensación, en la cual los afectados superan el “pasmo” inicial y estiman de mejor manera la situación en que se encuentran, planteando así un proceso de 3 fases por los que atraviesan las personas ante un evento adverso: Período de impacto, período de recuperación y período postraumático. Estos hallazgos han favorecido los trabajos de Quarantelli sobre el “Miedo y Pánico” y los actuales principios de la Federación Internacional de la Cruz Roja, en los que se especifica que las comunidades participan activamente frente a la ocurrencia de un desastre y no se quedan inmovilizadas como se cree.

Por su parte Janis (1954), propone un modelo explicativo del estrés desde la perspectiva de los desastres, dividido en tres segmentos: el evento desastroso, la respuesta psicológica por parte de los afectados y las determinantes intrapsíquicas y situacionales de tales respuestas. Marks y Fritz (1954) expresan que algunos sobrevivientes se tornan poco comunicativos y otros desarrollan sentimientos de culpa por haber sobrevivido a tal acontecimiento (Valero, s.f.).

En 1957, con el apoyo de la Asociación Noruega de Incapacitados de Guerra se crea el “Grupo de Doctores Noruegos” bajo la dirección de Storm. Itinger, Lonnum y otros, para efectuar trabajos controlados con sobrevivientes de los campos de concentración, demostrando el incremento de los índices de morbilidad y mortalidad general, la influencia del trauma en comparación a la personalidad preexistente, y las limitaciones en intervención.

A partir de los años 70 en Europa, se impulsó el estudio de las consecuencias psicosociales de los desastres naturales e industriales, en comparación a los generados por las guerras civiles y la utilización del criterio diagnóstico de Estrés Postraumático como variable independiente y dependiente. En Estados Unidos, la Asociación de Psiquiatría Americana publica  un “Manual de Primeros Auxilios Psicológicos en casos de Catástrofes”, en el cual se mencionan 5 tipos de reacciones clásicas a los desastres: reacciones normales, pánico individual, reacciones depresivas, respuestas demasiado activas y reacciones corporales, como se especifican los principios básicos a tener en cuenta para tratar a personas perturbadas emocionalmente.

En la década de los 80 y 90, se observó un gran interés por el estudio del impacto psicológico en los equipos de primera respuesta, conocidos como víctimas ocultas de los desastres y el desarrollo de estrategias de intervención psicológica en emergencias y desastres a nivel mundial, sobre todo de Estados Unidos, Centro América y Sur América (Valero, s.f.).

En 1981, en el IPAE, el psicólogo Valero buscó difundir los hallazgos encontrados por el Dr. Jeri, acerca de las perturbaciones psicológicas en casos de desastre y las recomendaciones del manual publicado por la APA sobre los primeros auxilios psicológicos frente a los eventos adversos.

En 1983, Leopold  Bellak y Helen Siegel publicaron el Manual de psicoterapia breve intensiva y de urgencia para atender de manera rápida a los afectados, en base a una orientación psicoanalítica de corte comunitario.

En 1985, Raquel Cohen publica en la Revista de la Sanidad de la Policía Nacional del Perú, la descripción y clasificación de las reacciones individuales y sociales que se producen como consecuencia de un evento adverso, proponiendo 4 categorías de reacción: biológica, psicológica, interpersonal y sociocultural, las cuales se clasifican a su vez en etapas evolutivas denominadas: amenaza, choque, readaptación y secuelas.

En 1987, la División de Desastres, Emergencias y Urgencias del Ministerio de Salud de Colombia edita el Manual de capacitación del trabajador de atención primaria, elaborado por el Dr. Bruno Lima, el cual busca brindar información acerca de las prácticas de 3 áreas distintas y complementarias: Atención primaria, salud mental y desastres, así como fomentar la intervención del trabajador en la asistencia de salud mental en situaciones de catástrofes, enfatizando las acciones de mediano y largo plazo.

En 1991, la APA en unión con la Cruz Roja Americana desarrollan un proyecto para brindar asistencia y servicio psicológico a los damnificados y trabajadores por los desastres, contando desde 1992 con asociaciones en 32 estados y provincias.

En 1995, se funda la Sociedad Peruana de Psicología en Emergencias y Desastres (SPPED), contando con 15 psicólogos y siendo reconocida por el Colegio de Psicólogos en 1998. Ha firmado importante convenios con el Colegio oficial de psicólogos de Madrid, Universidad de Malaga y otras entidades. Forma parte de la Federación Latinoamericana de psicología de emergencias y desastres. Realizó el I Congreso de Piscología en Emergencias y Desastres en el 2002 y el II Congreso y III Encuentro Latinoamericano y del Caribe de psicología en emergencias y desastres en el 2011.

En 1999, Raquel Cohen publica dos manuales de salud mental para los afectados por los desastres, con el fin de brindar herramientas tanto al equipo de atención primaria como a los instructores (Valero, s.f.).

Anaya (1999, citado por  Molina, 2006) define la Psicología en Emergencias y Desastres como “rama de la psicología general que estudia  los distintos cambios y fenómenos personales, presentes en una situación de peligro, sea natural o provocada por el hombre en forma casual o intencional”.

En el contexto latinoamericano, se ha apreciado presencia de crisis sociopolíticas y desastres naturales que han generado una convivencia sistemática inestable y la ocurrencia de catástrofes, mas se ha visto también el desarrollo de poblaciones resilientes (Molina, 2006).

Los aportes de diversos investigadores y entidades acerca de las situaciones estresantes producto de los conflictos armados y de los desastres han permitido entender cómo reaccionan las personas antes y después de un suceso adverso, cuáles son las diferencias en sus reacciones por edad, sexo, como también comprender los efectos sobre los equipos de atención primaria al interactuar con el sufrimiento humano y la manipulación de cadáveres. Además, ha favorecido el desarrollo de distintos modelos explicativos del estrés desde la perspectiva de las emergencias y desastres, la terapia multimodal de crisis, los primeros auxilios, etc.

 Actualmente, gracias a esta disciplina se continúa estudiando las reacciones de las personas frente a la ocurrencia de diversos eventos adversos, comprender su capacidad de afrontamiento y disposición para sobrellevar las dificultades a las que se enfrentan por las condiciones de vulnerabilidad que presentan, desmistificar creencias falsas y fomentar un mejor manejo de la información difundida por los distintos medios informativos.


REFERENCIAS  BIBLIOGRÁFICAS: 

Valero, S. (s.f.). Evolución histórica de la psicología en emergencias y desastres. Recuperado de: http://www.scribd.com/doc/51623717/Evolucion-historica-de-la-psicologia-en-emergencia-y-desastres
Molina, R. (2006). Psicología en emergencias y desastres. Un área en construcción: Historia y Desarrollo desde la perspectiva chilena. Recuperado de: www.pol.org.br/psicologiadosdesastres/palestras/rodrigo.ppt
Breve historia de la Sociedad Peruana de Emergencias y Desastres. Recuperado de: http://www.cuadernosdecrisis.com/docs/2013/numero12vol1_2013_historia_spped.pdf




Psiemex Psicólogos Emergencistas de México

SÍNDROMES DERIVADOS DE LA OCURRENCIA DEL DESASTRE


Las patologías desarrolladas tras un suceso desastroso están relacionadas con los momentos vividos y las circunstancias puntuales que suceden en esa ocasión.

Diversas investigaciones identifican en las personas afectadas unos síndromes semejantes. Así, Rundell, Ursano Holdway y Silberman (1989), Shores et al (1989) y Ursano et al (1996) coinciden en que se pueden desarrollar trastorno de estrés postraumático (TEP), depresión, depresión mayor, abuso de sustancias, desorden de ansiedad generalizada y desorden de ajuste, además de reacciones al daño físico y a la enfermedad.

El Síndrome de aflicción por catástrofe se desarrolla en las personas que han sufrido pérdidas, tanto materiales como personales, y muestran reacciones de dolor. Además, se puede dar una regresión y un aumento de la dependencia, además de aislamiento o apatía. Este dolor puede conducir a una depresión.

Los Trastornos depresivos y/o de ansiedad muestran a una persona angustiada, con alta frustración y, fundamentalmente, triste.

Puede producirse de forma progresiva o darse un ataque o crisis aguda precisando atención inmediata. Así, la depresión es considerada, tras diversas investigaciones, como un problema significativo tras la ocurrencia del desastre, sobre todo cuando la persona ha sufrido grandes pérdidas. Según Blanchard et al (1998) resulta frecuente la comorbilidad entre depresión y TEP, además de predecir la severidad del sufrimiento posterior. Fullerton et al. (1992) consideran la existencia de diversos factores tras la ocurrencia del desastre que pueden conducir a una depresión: “cierre” hacia la muerte, bajos niveles de apoyo social, personas que llevan más tiempo en la comunidad tienen más probabilidad de sufrir una depresión.

También encontramos el Trastorno por estrés agudo tras la exposición a un evento traumático. Puede oscilar en intensidad y deberá desaparecer (o, cuanto menos, disminuir los síntomas) 48 horas después de su aparición.

Por su parte, el Síndrome del superviviente se muestra mediante ira, agresión e irritabilidad, aumentando en los meses e incluso años posteriores al desastre. Llegando la ideación y conducta suicida por el desarrollo de sentimientos de culpa por haber sobrevivido.

Los Trastornos disociativos o de conversión aparecen repentinamente en relación con el suceso ocurrido. Aparecen síntomas físicos sin causa biológica como: agitación, amnesia, trastornos visuales, parálisis...

Ocasionalmente, tras el desastre puede aparecer un Trastorno psicótico agudo, aunque serán cuadros agudos de corta evolución.

Finalmente, el síndrome más frecuente es el Trastorno de estrés postraumático, que aparece de forma retardada tras la exposición a un suceso desastroso. La persona revive el hecho traumático mediante pensamientos y/o sueños recurrentes, evita los estímulos relacionados con el suceso y sufre una hiperactivación con reacciones de alarma desmesuradas.

Estos trastornos precisarán tratamiento psicológico con el fin de evitar, en gran medida, las consecuencias que de ellos se puedan derivar. Sin embargo, debemos tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, las reacciones que se derivan de un suceso desastroso son reacciones normales ante un suceso anormal y no derivan en patologías.



TEXTO EXTRAIDO DE LAS VÍCTIMAS Y SUS REACCIONES (OBSERVATORIO PSICOSOCIAL DE RECURSOS EN SITUACIONES DE DESASTRE).




Fuente: https://www.facebook.com/psicologosemergencistasdemexico?fref=ts

"LA VIDA ES BELLA"


ANÁLISIS DE LA PELÍCULA


La presente película nos muestra un verdadero caso de resiliencia, al darnos a conocer cómo una persona, en este caso Guido, el actor principal, es capaz de sobrellevar las dificultades por las que atraviesa de un modo más asertivo, tratando de ver la vida desde otra perspectiva. Al ser judío, Guido se ve afectado por los acontecimientos que sucedían en Italia por las guerras bélicas de entonces. Cuando su tío, su hijo y él son apresados y trasladados a un campo de concentración por los alemanes, él busca de un modo u otro la posibilidad de crear un ambiente agradable para que su hijo menor  pueda sobrevivir y tolerar el entorno tan caótico en el que se encontraban, y que su esposa quien decidió ir con ellos al campo de concentración pudiera tener la fortaleza que él le infundía para subsistir a pesar de todos los obstáculos y momentos dolorosos que se vieron obligados a vivir tras la guerra. 


Con su forma de ser tan optimista, perseverante, su capacidad de adaptación y de afrontamiento no sólo para lidiar con las peripecias de la guerra sino también de otros hechos infortuitos, en otras palabras su capacidad de resiliencia, Guido nos enseña que las dificultades de la vida se pueden sobrellevar siempre y cuando mostremos una buena disposición, seamos conscientes de nuestras capacidades y limitaciones y tengamos una visión optimista de las circunstancias, ya que no son ellas las que determinan nuestras acciones, sino la forma en que las percibimos. Cuando nos enfrentamos a sucesos adversos, nuestras potencialidades y recursos afloran, permitiéndonos salir victoriosos y construir sobre cimientos un mejor mañana. 



Resiliencia

De acuerdo con el ICCB, Institute on Child Resilience and Family (1994, citado por Munist et al., 1998), la resiliencia se conceptualiza como “la habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva”.

La resiliencia distingue dos componentes: la resiliencia frente a la destrucción; es decir, la capacidad para cuidar la propia integridad bajo coacción; por otro lado, la capacidad para desarrollar un comportamiento vital positivo aún en momentos dificultosos (Vanistendael, 1994, citado por Munist, et al. 1998).

Munist et al. (1998) manifiesta que a lo largo de la historia se aprecian ejemplos de personas, comunidades, grupos étnicos que contribuyeron a la humanidad y se enfrentaron a situaciones adversas, demostrando sorprendentes capacidades para sobreponerse a la persecución, pobreza, aislamiento, catástrofes, conflictos bélicos, etc.



  


Referencias bibliográficas:

Munist, M., Santos, H., Kotliarenco, M, Ojeda, E., Infante, F. y Grotberg, E. (1998). Manual de identificación y promoción de la resiliencia en niños y adolescentes. Recuperado de: http://rpsico.mdp.edu.ar/jspui/bitstream/123456789/341/1/resilencia.pdf